Por qué si soy una yegua soy estúpida y si soy un caballo soy habilidosa (y otros motivos por los que pluralizo en femenino)

No importa si eres monogenista o poligenista, aquí en lo que coincidimos todas es en lo jodidamente brillantes que fuimos para ser capaces de crear un método de comunicación que no consistiese en soltarnos gruñidos y darnos patadas.

El lenguaje, aquello que nos permite hacernos entender y que nos entiendan. Algo que hoy por hoy es tan inherente a nosotras como el respirar. El poder que tiene es innegable. Y, por eso mismo, tenemos que darle la importancia social que se merece.

¿Por qué insistimos en pluralizar de forma masculina sin ser necesario para el entendimiento?

¿Por qué insistimos en un lenguaje machista que relega a la mujer a mera comparsa y añadido del género masculino?

Seguir leyendo «Por qué si soy una yegua soy estúpida y si soy un caballo soy habilidosa (y otros motivos por los que pluralizo en femenino)»

El peor enemigo del artista (también conocido como el síndrome del impostor)

Aclaro que ni soy psicóloga ni estoy formada como para darte un diagnóstico. Todo lo que digo parte de mi experiencia personal, de lo que a mí me han dicho y de cómo he trabajado yo, particularmente, para estar mejor.

Cuando tienes un trabajo en el que se te aplican criterios preestablecidos para saber si lo estás haciendo bien o no, nunca vas a estar perdida. Si sabes qué es lo que tienes que hacer, en qué momento y cómo saber si estás obteniendo buenos resultados, muy difícilmente vas a estar poco satisfecha con tu situación laboral (a no ser que te paguen una mierda). Y por norma general, si haces algo mal también vas a saberlo, y podrás actuar en consecuencia.

Pero… ¿y si eres artista?

¿Cómo saber si estás haciendo algo decente si eres una escritora o, en general, tienes un trabajo poco convencional? ¿Cómo apartar las dudas que generan otras personas y hasta tú misma acerca de lo buena o mala que eres haciendo lo que te apasiona?

Seguir leyendo «El peor enemigo del artista (también conocido como el síndrome del impostor)»