El peor enemigo del artista (también conocido como el síndrome del impostor)

Aclaro que ni soy psicóloga ni estoy formada como para darte un diagnóstico. Todo lo que digo parte de mi experiencia personal, de lo que a mí me han dicho y de cómo he trabajado yo, particularmente, para estar mejor.

Cuando tienes un trabajo en el que se te aplican criterios preestablecidos para saber si lo estás haciendo bien o no, nunca vas a estar perdida. Si sabes qué es lo que tienes que hacer, en qué momento y cómo saber si estás obteniendo buenos resultados, muy difícilmente vas a estar poco satisfecha con tu situación laboral (a no ser que te paguen una mierda). Y por norma general, si haces algo mal también vas a saberlo, y podrás actuar en consecuencia.

Pero… ¿y si eres artista?

¿Cómo saber si estás haciendo algo decente si eres una escritora o, en general, tienes un trabajo poco convencional? ¿Cómo apartar las dudas que generan otras personas y hasta tú misma acerca de lo buena o mala que eres haciendo lo que te apasiona?

Cuando se junta la falta de autoestima y confianza en una misma con otros factores, muy probablemente te enfrentes a lo mismo que yo: el síndrome del impostor (que no está ni considerado como enfermedad mental ni como trastorno de ninguna clase). Su descripción literal sería la sensación de no terminar de creerte el éxito que estás teniendo en tu vida (ya sea a nivel laboral, social o de cualquier otro ámbito), lo que lleva a un desarraigo interno propio de la que cree que no vale nada, y que no se merece nada de lo que está teniendo.

Pero no solo aparece cuando por fin has logrado algo, no. Durante todo el proceso de creación de una artista el síndrome del impostor puede estar presente.

Cuando estás convencida de que has escrito lo mejor de tu vida pero, en el fondo, crees que no le gustará a nadie. O cuando participas en algún certamen o concurso de escritura y quedas la primera y lo primero que piensas es que las otras seguramente eran demasiado malas, no que tú seas buena. No es que seas dura contigo misma, es que te excedes. Eres tu peor crítica, pero no te criticas de manera constructiva; te hundes con tus pensamientos negativos y, al final, seguramente ni siquiera publiques esa novela que tanto adoras porque crees que estarás exponiéndote como lo que crees que eres: alguien sin talento.

En mi caso, tras publicar y obtener más ventas de las que me esperaba, a veces sigo sintiendo que lo que he hecho no merece la pena. Me quito méritos. Por lo que me gustaría hablar de los factores determinantes en mi experiencia personal, en los cuales tuve que trabajar para que mi situación mejorase. Aquí os dejo tres cositas:

Autoestima. Aunque he estado en la situación perfecta: a gusto con mi empleo, con mi pareja, con mis amigos y con mi estado físico, eso no me ha impedido sentirme como una mierda conmigo y con lo que hago. Es algo con lo que he aprendido a vivir y a gestionar, eso de sentirme mal conmigo misma sin venir a cuento, pero tener el autoestima tan baja te hace no tener un juicio ajustado a la realidad, por lo que siempre vas a considerar tu trabajo como incompleto, mejorable o inservible. Lo mejor que hice para mejorar mi autoestima fue ir a una psicóloga maravillosa que me ayudó a entenderme y me facilitó unas pautas para no acribillarme tanto.

Círculo social. ¿Conocéis a las típicas personas que cuando les dices que estás escribiendo (o cualquier actividad artística) te dicen que eso no cuenta como trabajo? Es en ese momento en el que pensé: da igual las horas que le eche, el esfuerzo, que realmente venda muchos libros, no importa. La gente me va a mirar y va a pensar que estoy perdiendo el tiempo. Pues a esa gente mándala a la mierda, porque es verdad que para muchos puede que lo que tú hagas sea un hobby, pero si tú lo consideras un trabajo y de hecho quieres vivir de eso… lo que menos necesitas a tu alrededor es ese tipo de personas. Solo te harán tener todavía más actitudes tóxicas hacia ti misma.

Críticas constructivas. Tuve que aprender que mi juicio no era el único importante. Ni para bien, ni para mal. Necesitas la objetividad ajena, por muy subjetiva que sea a la hora de valorar trabajos creativos. En tema de libros una cosa es que no les guste la trama y otra muy distinta que no les guste tu narrativa o que encuentren fallos. Hay que rodearse de personas que se mojen y sobre todo que sepan diferenciar la calidad del trabajo que haces de sus propios gustos. Empieza desde abajo, enséñale tu trabajo a las personas en las que más confíes. Y poco a poco irás ganando confianza y, sobre todo, diferenciarás entre las críticas constructivas y las que no sirven para nada.

En resumen: pide ayuda, rehuye de las personas que no te aporten nada positivo, y no te lo tomes todo tan a pecho.

Hola, sí. Soy yo.

¿…Te estás preguntando que quién soy, verdad?

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