Cómo levantarse temprano (sin morir en el intento)

Hoy es uno de esos días en los que habré dormido, con suerte, tres horas. Me pasa mucho que los domingos me acuesto nerviosa, como deseando empezar la semana y ese deseo se traduce en inquietud, esa inquietud en insomnio y esto resulta en que me levanto hecha una auténtica zombie. A pesar de no estar descansada me levanté a las cinco de la mañana y, por muy irreal que parezca, cinco horas más tarde me siento llena de energía y no pienso, ni siquiera, en echarme una siestecita cuando termine de currar. Al contrario, me sobran fuerzas y ganas para partirle las piernas al lunes.

Si estás leyendo esto puede que sea porque quieres unirte al club de las madrugadoras o, también, porque estés aburrida y hayas llegado hasta el blog por casualidad. Pero ya que estás aquí, te voy a contar cómo conseguí levantarme tan temprano y añadirlo a mi rutina, y, sobre todo, por qué lo hice.

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El peor enemigo del artista (también conocido como el síndrome del impostor)

Aclaro que ni soy psicóloga ni estoy formada como para darte un diagnóstico. Todo lo que digo parte de mi experiencia personal, de lo que a mí me han dicho y de cómo he trabajado yo, particularmente, para estar mejor.

Cuando tienes un trabajo en el que se te aplican criterios preestablecidos para saber si lo estás haciendo bien o no, nunca vas a estar perdida. Si sabes qué es lo que tienes que hacer, en qué momento y cómo saber si estás obteniendo buenos resultados, muy difícilmente vas a estar poco satisfecha con tu situación laboral (a no ser que te paguen una mierda). Y por norma general, si haces algo mal también vas a saberlo, y podrás actuar en consecuencia.

Pero… ¿y si eres artista?

¿Cómo saber si estás haciendo algo decente si eres una escritora o, en general, tienes un trabajo poco convencional? ¿Cómo apartar las dudas que generan otras personas y hasta tú misma acerca de lo buena o mala que eres haciendo lo que te apasiona?

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